Aquí están las respuestas:
el primer sonido, sí eran muletas, desafortunadamente ni coca, ni pirinola, ni ping pong;
el segundo, un detector de metal para desminar, detectando un pedazo de metal, hacía el final;
el tercero, un ambiente grabado en el BASAN, batallón de sanidad del ejército, en Bogotá, una tarde de tormenta.
Y la respuesta la tiene este soldado:
Al que le gusta la guerra que mande a su hijo.