De periodistas y guerras ajenas

¿Será que el silencio es mejor? ¿De verdad es lo que prefieren? Romeo Langlois fue detenido por la guerrilla, allá en el lejano Sur, y de repente volvieron los olores a campamento, a moho, a botas de caucho en el calor de la tarde, volvieron el polvo de los caminos, los vallenatos chillones en las veredas, los ojos escrutadores del comandante, los helicópteros cortando menudito el aire. Volvieron los muertos. Todos. Este soldado de Tumaco que se murió el día del ataque en Caquetá, ¿cuántos años tenía? Salir de Tumaco y morirse en el Caquetá, vaya vida, la de él. Y este Ancízar que aparece en el video de Penhaul, ¿cuántos años? De repente, volvieron los desaparecidos, y los secuestrados, los retenes, y este olor muy raro. Y llegaron también las preguntas. Escuché algunas de amigos Colombianos: ¿por qué estos periodistas extranjeros están aquí metidos en nuestro conflicto? ¿Con qué derecho nos dañan la fiesta? Creo que hay muchas razones por las cuales uno escoge cubrir conflicto. No todas son nobles. Su guerra, como todas, genera premios y reconocimiento en nuestros países, sí. Hay muchas maneras de contar la violencia, es cierto. Una veterana periodista colombiana nos contó una vez que nunca se entrevistaba con hombres armados. Y cubre conflicto. Pero más allá de este debate, que no deja de ser un debate interno, entre profesionales de la profesión, hay que aclarar una cosa: ninguno de los corresponsales extranjeros que trabajamos aquí estamos de paseo. Muchos echamos raíces. Sentimos como nuestro su conflicto, o eso intentamos. Romeo tiene amigos aquí a los que considera como su familia, o eso creo haber entendido. Algunos tuvimos hijos en su país. A veces, de regreso a casa, les contamos estas historias, muy dolorosas, que traemos del campo. “¿Quién es éste?” preguntan mostrando la foto, escuchando una voz grabada. “¿Y por qué está triste?” Buscamos las palabras para contarles esta historia, su historia. Entonces, dejémonos de vainas: este conflicto que sigue sí hay que contarlo: seamos colombianos, extranjeros o marcianos. Y de todas las formas posibles.

Un pensamiento en “De periodistas y guerras ajenas

  1. Los desaparecidos no vuelven, mas bien aparecen otros desaparecidos… así suena la antítesis nada dialéctica de nuestra realidad

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